Grigori Yefímovich Rasputín (en ruso: Григо́рий Ефи́мович Распу́тин) (22 de enero de 1869 – 29 de diciembre de 1916) fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de la Dinastía Romanov. Aunque tradicionalmente en español es más conocido como Rasputín, la pronunciación en ruso, es Raspútin. También fue conocido como «el Monje Loco».
En su lugar de origen pretendía darse una apariencia de Jesucristo y tenía fama de sanador mediante el rezo, razón por la cual y gracias a una amiga de la zarina llamada Anna Výrubova, en 1905 fue llamado al palacio de los zares para curar la grave enfermedad de su hijo único Alexis Nikoláyevich, que padecía de hemofilia. El zarevich efectivamente mejoró —algunos investigadores sostienen que fue mediante hipnosis— y la familia Romanov, especialmente la zarina Alejandra, cayó bajo la influencia de este controvertido personaje.
Rasputín nació en la región de Tobolsk (actual Óblast de Tiumen) en un pequeño pueblo llamado Pokrovskoye, cerca del río Tura. Creció de manera salvaje en los campos de Siberia. No tuvo ninguna formación académica y desde muy joven fue cuatrero (es decir, ladrón de ganado). Cuando tenía alrededor de 18 años se marchó a meditar al monasterio de Verkhoturye, aunque también es posible que fuera enviado allí como pena por robar. Su experiencia durante los 3 meses escasos que permaneció en el recinto claustral, junto con una visión de la Virgen que presenció a la vuelta del monasterio, lo llevaron a convertirse en un místico. Ingresó poco después en una secta cristiana condenada por la Iglesia Ortodoxa Rusa conocida como khlysty (en español, jlystý, es decir flagelantes).
Los jlystý creían que para llegar a la fe verdadera hacía falta el dolor. En las reuniones de esta secta las fiestas y orgías eran constantes y Grigori se convirtió en un acérrimo integrante. El ingreso en esta congregación marcó al profeta siberiano de por vida, y explica la notoria vida sexual que tuvo en años posteriores y que acabó ennegreciendo su reputación de hombre santo.
Tras abandonar la secta conoció a un iluminado llamado Makariy, el cual ejerció una enorme influencia sobre Rasputín.
En el año 1889 se casó con Praskovia Fyodorovna Dubrovina con la que tuvo tres hijos: Dmitri, Varvara, y María. Se sabe que engendró más vástagos con otras mujeres. En 1901, se marchó de su región natal y se hizo peregrino. Estuvo dos años viajando por tierras eslavas, Grecia y Tierra Santa. Aprendió mucho de historia, esoterismo, teosofía, viejas religiones y tradiciones. En 1903 vuelve de nuevo a Rusia. Deambula por las calles de San Petersburgo siendo considerado como un adivino popular y empezó a albergar el objetivo de relacionarse con la familia real.
Influencia en la monarquía rusa.
Muy atacado por cortesanos y nobles que se sintieron sobrepasados en sus intereses, los rumores que propagaron sirvieron de alimento para los revolucionarios enemigos del régimen zarista. El zar sólo lo toleraba en la medida que la zarina lo aceptara, aunque no había decisión del zar que no pasara por la supervisión de él. Durante la Primera Guerra Mundial fue acusado de ser un espía alemán y de influir políticamente en la zarina, que era de ascendencia alemana, en sus nombramientos ministeriales cuando el zar estuvo ausente por la guerra. Este hecho fue desastroso para la permanencia del régimen zarista.
Considerado amigo íntimo del zarevich Alexei Nicolaevich y su «médico» personal, ya que éste le proporcionaba una especie de «hipnosis curativa» y le ofrecía la seguridad que su sobreprotectora madre no podía ofrecerle, el futuro de la dinastía Románov estaba en sus manos. Si él no salvaba de la muerte al hemofílico zarévich la especulación sobre el heredero al trono quedaba abierta. Gracias a esas aparentemente milagrosas curaciones la zarina Alexandra confió ciegamente en el curandero, ya que las pruebas de sanación que le producía a su hijo eran inexplicables. Confió también en los vaticinios del monje sobre los destinos de la santa Rusia, a la cual veía Rasputín en sus visiones «envuelta en una nube negra e inmersa en un profundo y doloroso mar de lágrimas».
El príncipe Félix Yusupov (que según se dice era un homosexual atraído por Rasputín) y el primo del zar, el gran duque Demetrio Románov decidieron finalmente asesinarlo en Petrogrado la noche del 29 al 30 de diciembre de 1916 para acabar con su influencia sobre la zarina de origen alemán.
Finalmente, tras varios intentos previos de acabar con él, Rasputín murió 24 días antes de haber cumplido los 48 años de edad. El príncipe Yusúpov escribió posteriormente un relato en donde contaba punto por punto los sucesos ocurridos en la última noche de Rasputín. Pues, al parecer el monje ruso primero fue envenenado y más tarde tiroteado, y cuando lo creían muerto, envolvieron su «cadáver» en una alfombra y lo tiraron al río Neva. Pero luego, en la autopsia, se descubrió que murió ahogado.
Investigaciones recientes ofrecen la versión de que para el asesinato de Rasputín, se contó con la participación de los servicios secretos británicos, en donde un agente que residía por entonces en Petrogrado, llamado Oswald Rayner, bajo el mandato de otro agente, llamado John Scale, participó directamente en el asesinato de este personaje.
Rasputín llevaba en su juventud la vida típica de un campesino siberiano, hasta que sufrió su «conversión». Era un hombre muy alto de estatura, de hábil y elocuente poder oratorio, personalidad abrumadora, de aspecto un tanto tosco, grosero a veces, violento, tenía una mirada muy penetrante y era poseedor de un carisma profundo. Amaba y odiaba efusivamente. Era un actor soberbio y convincente, se sabía poseedor de estas habilidades y las usó inteligentemente en su provecho.
En su época había rumores de que era una persona licenciosa y que se lo había visto numerosas veces borracho y en compañía de prostitutas. Sus relaciones con sus discípulos, sus visitas de alcoba, en su mayoría mujeres de la alta sociedad rusa, también eran polémicas. Una de sus máximas era: «Se deben cometer los pecados más atroces, porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes pecadores». Sin embargo los historiadores no han encontrado pruebas concluyentes que afirmen esta vida licenciosa. Independientemente de su veracidad, esta reputación ha sido trasladada a varias biografías, películas e incluso canciones.
Rasputín llegó a tener tanto poder dentro del palacio de los zares que prácticamente no había decisión que no pasase por su juicio.
Profecías Rasputin.
» El útero de la mujer será como la tierra de los ríos; estériles serán ambos. y ello será incluso una gracia, porque el útero no estéril y la tierra no estéril parirán monstruos. día desventurado será aquél en que el útero materno será comercializado, como se comercializa la carne de los bovinos. en este tiempo, el hombre, criatura de dios, se convertirá en criatura de la ciencia ».
» Cuando vuelen las imágenes, madurará un fruto venenoso, y serán muchos quienes lo comerán. y el fruto venenoso transformará a los hombres en animales, incapaces de alzar la cabeza al cielo... las imágenes que vuelan consumirán las fuerzas del hombre, pero el fruto venenoso embriagará al hombre. y cuando todo haya acabado, el hombre se volverá a encontrar cansado y desgarrado, más hambriento que antes ».
» Los hombres están caminando hacia la catástrofe. serán los menos capaces quienes llevarán las riendas. así será en rusia, igual que en francia, en italia y otros lugares... la humanidad será aplastada por el alboroto de los locos y de los malhechores. la sabiduría será encadenada. serán el ignorante y el prepotente quienes dictarán la ley al sabio y también al humilde. y después, la mayor parte de los hombres creerán en los potentes y no creerán más en dios... el castigo de dios llegará tarde, pero llegará »
» Toda revolución pretende romper las cadenas de la esclavitud, pero una vez rotas, ya están preparadas otras cadenas... desde los tiempos de las cavernas nada ha cambiado. y nada cambiará, porque siempre se impondrá el más hartero, el más astuto y, a menudo, el más corrupto. y según la condición del pueblo, llevará el vestido de la dictadura o de la democracia. pero el hombre será siempre esclavo, aunque tenga la ilusión de ser libre...un día resurgirá el hombre libre, pero el pueblo será siempre ».
» La cruz será arrojada en la bodega. los martillos golpearán sobre los altares y las llamas devorarán las iglesias... así comenzará la caza de la serpiente. pero el buitre confiará la espada a una nube, que matará a la serpiente durante la tercera luna. el buitre se encarnizará después contra sus gusanos, hasta que perezca... cuando el establo esté lleno de bueyes, se abrirán las puertas, y entonces; adiós santa ¡adiós, santa de las santas! esto sucederá en el tiempo del sol,.. de la cruz se blas ».
» En ese tiempo volverán los grandes sembradores para esparcir la simiente. pero una parte de la tierra estará humeante y un tercio de la simiente se quemará. otra parte de la tierra será estéril y la simiente morirá. pero la tercera parte dará cosechas tan copiosas como nunca habían sido vistas sobre la tierra. en este tiempo, toda la tierra estará bajo el signo de un evangelista, la gran isla estará bajo la sombra del león; pero el león perderá las garras, la tierra justa y el corazón de europa ».
DATO CURIOSO.
El primer museo del erotismo, cuyo centro de atracción es el pene del legendario monje Rasputín, abrió sus puertas en San Petersburgo, en una clínica de urología que espera con ello atender mejor a sus clientes. La exposición permanente está abierta al público, que puede admirar una impresionante colección de falos de cerámica y de imágenes libertinas, algunas de las cuales datan del siglo XIX.
En el museo, lo que acapara la atención del público es el pene de Grigori Rasputín. El sexo del monje, curandero y consejero del último zar de Rusia, cuyos excesos sexuales son legendarios, es conservado en una solución de alcohol.
Ante la vitrina dedicada a Rasputín, puede leerse: "Pene de Rasputín, asesinado en San Petersburgo la noche del 16 al 17 de diciembre de 1916. 28,5 cm".
"¿Es verdad lo que se dice, que mirarlo ayuda a combatir la impotencia?", pregunta un hombre, incrédulo, al doctor Kniazkin.
"Sin ninguna duda", responde sonriente el médico.
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